
Todo el terror y los nervios quedaron disueltos en un cazo de agua hirviendo, volvió nuestro longo caballero a descansar como un recién nacido que ignora los peligros del mundo que le rodea.
Ahora quedaban soles y lunas libres, para emplear en reflexiones libres, sin verse condicionado por las presiones del paso desacompasado de los últimos meses. Ahora es tiempo de un viaje pausado y de mayor potestad a la hora de elegir ciertas partes del trayecto, al menos así podrá ser durante unos meses. Llegan los nuevos momentos, las pequeñas sonrisas de su gran amor con las que disfrutar en compañía de los infinitos sueños que en su cabeza bullían, y en compañía de los que las más de las veces lo acompañaban.
(Madrugada de aquel día, mes, y año)
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