
En una edad de mi vida, de cuya fechas no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un zagal rebelde de los de grito, puño y patada. Venganza en mano, y furia cual caballero ultrajado deambulaba por las crueles y abarrotadas calles de la ciudad, donde cada cruce de miradas era una afrenta al honor, un duelo de gallardía en el que el primero en retirarse caía derrotado, y el vencedor continuaba sus andanzas en busca de aventuras en las que probar su hombría, todavía por llegar. Los continuos tropiezos, palos, y las decisiones tomadas equivocadamente una vez tras otra, debido a la indiferencia que éste presentaba ante sus sabios consejeros, resultarían en el curtimiento del joven, quién se pensaba duro, y no pasaba de ser aún inmaduro. Este pobre incomprendido, como la mayor parte de sus coetáneos en aquella etapa del viaje, solo veía injusticias, hipocresía, y abusos de poder, además de cientos de bagatelas que para un caminante sin bestia de carga suponían un peso adicional al de sí mismo, y para las cuales solo conocía una salida, la rebeldía. Quedaban kilómetros por recorrer, no conocía ni el cómo, ni el dónde del final de su travesía nadie más que el propio sino, pero el saber que no había hecho más que empezar, agotaba a nuestro solitario vagabundo, el cual no era solitario vagabundo más allá de sus pensamientos, ya que la mayor parte de su vigilia podías encontrarlo acompañado, rodeado bien de sus fieles consejeros, bien de sus compañeros de camino, o no raras veces de algún enemigo malo junto a los cuales todo demonio no pasa de travieso. Como confiar en palabra ajena, como regalar sonrisas, apretones de manos, o incluso abrazos donde todos excepto el "alma mater" eran tus adversarios potenciales, pues de todos ha de ser sabido, que el mayor amigo es amigo bajo tu techo, y gladiador en la arena. Viste pues, el nuevo caballero, su armadura, herencia de sus ancestros, la cual tras guerras y paces pasadas ha sufrido el desgaste de golpes de lanza arreados por señoritos, que aunque con poca disciplina en la batalla, claramente con gran renombre en sus lares y títulos de los que, con toda seguridad, los pobres antevenidos en el linaje de nuestro caballero carecían, y éste ya que miserable nació, según todos, así morirá. El arma es pesada para el longo caballero, caminante, viajero, como quieran llamarlo, y el matarife no es nada sin la espada. Buscó entonces protección en el puño, y la furia para empequeñecer a todo aquel que se creciese. Paso tras paso, con una coraza abollada que ya de poco servía, y la adarga que cubría su parte humana, pues al confiar siempre en volver a mostrarla algún día, no quería perderla para siempre, ¡ni dañarla lo más mínimo claro!, nuestro amigo vivía en camino a ninguna parte, a donde surgiera oportunidad de lucha por sus ideales, por sus principios, por su honra, allí detenía su marcha, para reanudarla tras haber sido derrotado o haber vencido, sin más dilación que el esperar a ver la dirección que su ex-oponente tomaba. Si aquel el Norte, éste el Sur, si aquel el Este, éste el Oeste, para alejarse así con cada paso, un paso más de un nuevo encontronazo, nuestro longo caballero era ante todo tan prudente como inexperto, ya que nunca cayó en la cuenta de que en este esférico planeta, cada paso en dirección contraria a nuestro enemigo, nos arriesga a encontrárnoslo de frente en la otra cara del mundo si ambos siguen la misma técnica disuasoria. He aquí entonces, cuando el peligro menos deseado, puede ser el que más cerca esté acechando. No obstante, camina tranquilo, camina y vive cada día como el más seguro de los que pisan esta tierra, pues de aquí a que vuelvas a encontrarte de nuevo con aquel, serás todo un hombre, que podrá soportar el peso de un gran arma, y con cuyo trabajo y esfuerzo podrás permitirte una nueva armadura.
Caminaba éste con mirada zorruna para aparentar astucia, su tronco encorvado mostrando involuntariamente la inexperiencia, cosa que dejaba de ser tal, con cada nueva experiencia vivida. Ya no eran las desiertas llanuras, ni los luengos caminos castellanos escenario de esta historia, sino una moderna jungla de asfalto, metales ligeros, y ruido, mucho ruido, siendo dicho ruido sinfonía de las grandes urbes, en las que nuestro longo caballero, caminaba, luchaba cada día sin ser observado más que por unos pocos curiosos, que al momento desviaban su atención a un grupo de trotamúsicos que con su música acariciaban brevemente el oído de los transeúntes y te hacían por un segundo desatender a la sinfonía de las grandes urbes antes citada, no era el único sitio en que los juglares mudos regalaban su alma al público, nuestro caminante supo por propia experiencia de un centro comercial en el que a intervalos podías escuchar diez dedos de marfil extrayendo armónicamente los tonos de un inmenso piano de cola, y al que acudía cuando podía como terapia, cuando sentía que su alma se acercaba a la de animal y se alejaba de la de persona, el sabor revolucionario de su forma de pensar lo hacía parecer violento, cuando solo era uno entre muchos. Andaba, andaba, y andaba, días, noches enteras hasta encontrar un lugar donde descansar y olvidar por unas horas las piedras del duro camino, al cerrar los ojos, normalmente a la noche, solía soñar con la princesa que llevaba toda su corta vida esperando, como si el joven llevase grabado al nacer el llanto, el hambre y la imagen de aquel ángel femenino que apaciguaba su alma en los momentos de reposo, quizá aquella ilusión no fuese a vivir por siempre en su imaginación, y alguna remota mañana, despertase el longo caballero en su compañía, pero no había tiempo para esperar allí tumbado, pues quizás aquella llegada no era más que una ilusión sobre otra ilusión, y aquella espera no fuese más que una espera en vano, como novia que aguarda en el altar después de que todos los invitados hayan desistido...la blanca y radiante se estaba limitando a actuar como un ser humano desesperado, y un desesperado "la esperanza es lo último que pierde". Esto era inútil en nuestro caminante, pues tenía una parte animal de la que podía hacer gala siempre que el resto sufría de las debilidades humanas, y además éste nació para andar el camino, su fin, aunque no su deseo, era terminar el camino, esperar estaba hecho para los desesperados. La victoria no vendrá a tus manos, a menos que tus manos vayan a la victoria, por tanto, para un luchador, revolucionario e inconformista como nuestro protagonista no quedaba otra que luchar, revolucionarse e inconformarse con lo impuesto por el poderoso, ir en contra de la corriente, quizás porque consideraba la corriente como un río que arrastraba solo a enemigos de sus propias convicciones, y de esta manera, de nuevo inconsciente de la forma esférica de su planeta, intentaba alejarse de todos ellos, eligiendo la dirección contraria, que en línea recta, seguramente acabaría por enfrentarlo al resto. No quise aquí más que introduciros a los hechos más relevantes de una vida como tantas miles, poco interesante en su continente, e incluso aburrida en su contenido si se mira a través de los ojos del pensamiento común. Pero singular como todas y cada una de esas otras miles de vidas, que pueden mostrar su camino particular de la forma más fantasiosa, o quizás no fantasiosa, sino en este caso, vista a través del cristal de nuestro caballero, caminante o viajero, como quieran llamarlo, cristales transparentes, pues no se pretende colorear los hechos, pero suyos propios, por lo que muestran su realidad, la realidad del protagonista, en cuyo caso ningún otro punto de vista importa, no importa la opinión de los personajes secundarios, ya que en todo cuento, el protagonista muera o siga sus andanzas tras el fin del relato, siempre vence, y el que vence es el que escribe la historia.
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"Our own heart, and not other men's opinions form our true honor. "
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834)
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834)
2 comentarios:
Nene, solo decir, chapeau!!!
me ha encantado, admas, dice verdades como puños XD y asi es comohay q ir, cn la verda x dlante, sin seguir lo q digan los dmas x no destacar. Nosotros escribimos, nosotros vencemos =)
besitos wapooo!
En dos palabras: IM-PRESIONANTE.Parece que no pero llevas dentro mucho más de lo que aparentas. No imaginaba que pudieras escribir esas cosas, tienes una mente increible. Sigue dejando volar tu imaginación de esa manera, manten vivo tu espiritu guerrero. Besos. K&A
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